Una alimentación saludable es aquella que permite a nuestro organismo un funcionamiento adecuado, asegurando un desarrollo y un crecimiento óptimo en todas las etapas de la vida.
Además, es muy recomendable que nuestra alimentación sea agradable, suficiente, completa, equilibrada, segura, adaptada a nuestras necesidades, sostenible y también asequible.
Es muy importante planificar la alimentación semanal, intentar seguir horarios regulares para las comidas y evitar la improvisación. Además, debemos basar la dieta en alimentos de origen vegetal como frutas, hortalizas, aceite de oliva, pan integral, pasta o legumbres, limitando los alimentos de origen animal y dando prioridad a los bajos en grasa y poco procesados.
Es recomendable recurrir a las hortalizas, tanto en la comida como en la cena, como ingredientes principales, o también en guarniciones. Y las frutas, tanto en el desayuno como en el postre o incluso entre horas, y siempre es mejor consumirlas enteras.
Como bebida habitual tenemos que priorizar siempre el agua, durante y fuera de las comidas.
Una buena planificación es garantía de comer más sano y evitar derroches. La comida casera, con ingredientes frescos, es siempre la opción más saludable y más económica. Siempre deberemos:
1. Elegir alimentos de temporada y de proximidad, que además de ser más baratos están en su mejor momento nutricional
2. Comer menos carne y sus derivados, e intentar sustituirlos por legumbres.
3. Comparar los precios en los distintos establecimientos.
4. Ajustar la compra de alimentos a la capacidad de conservación, tanto en el congelador como en la nevera
5. Priorizar los alimentos cocinados y que han sobrado en las comidas, conservándolos adecuadamente
6. No pelar las frutas y hortalizas cuando no sea realmente necesario
7. Preparar los alimentos en el hogar: siempre ahorramos bastante cuando cocinamos en casa y además tiene el beneficio de que sabemos exactamente lo que contiene la comida.
“Comer sano es posible”