La alimentación sana ha vivido un gran auge, pero también nos ha traído un trastorno mental, la “ortorexia”
En los últimos años, la alimentación sana ha vivido su época dorada. Esto es especialmente positivo, ya que la obesidad es uno de los problemas de salud pública que más preocupa a la comunidad sanitaria.
Por otro lado, en las redes sociales han aparecido multitud de ‘influencers’ proclamando unos hábitos alimenticios saludables, así como formando parte de algunos movimientos como el veganismo, el ‘body positive’ o la comida casera.
Claro está que esto nos ha llevado a tomar más conciencia que nunca de la importancia de llevar una dieta sana con alimentos naturales, en especial los vegetales, frente a la comida procesada y la ‘fast food’, junto con una actividad física regular.
¡¡Pero ojito!! ningún exceso es bueno, incluso aquel que nace de seguir una alimentación saludable y buenos hábitos.
En el año 2000 se publicó ‘Health Food Junkies’, un libro que causó una gran controversia, arrojando luz sobre un trastorno mental que con el paso del tiempo ha podido agudizarse entre la población y que aún no tiene un reconocimiento oficial por parte de la OMS como enfermedad. Su autor, Steve Bratman, acuñó el término “ortorexia” para referirse a la conducta alimentaria que lleva a una obsesión por la comida sana y, al individuo, a situaciones de aislamiento social y culpabilidad extrema por haber ingerido productos no del todo saludables.
A diferencia de la anorexia y la bulimia, que vigilan la cantidad de comida, la ortorexia ‘vigila’ su calidad. Aunque no ha sido reconocida en los manuales de diagnóstico de trastornos mentales, sí se tiene en cuenta, ya que no deja de ser un trastorno de la conducta frente a la alimentación.
Como todo trastorno alimentario, puede ocasionar graves consecuencias físicas y mentales para quien lo sufre. No se conocen con exactitud el número de casos existentes, pero sí que se sabe que cada vez es un problema más frecuente y que está aumentando con los años.
La comida no deja de ser un aspecto central en la salud y la vida social de una persona. Por ello, los efectos a corto y largo plazo son parecidos a los que producen una mala nutrición como desnutrición, anemia o hipervitaminosis. A nivel psicológico, estos trastornos obsesivos nos pueden llevar a sufrir episodios de ansiedad o depresión, llevando al paciente a no querer salir de su casa, y reduciendo su vida social.