Hay muchas personas que están a dieta y la cumplen durante el día a rajatabla, pero llegan a casa por la noche y se comerían un buey o a quien tienen delante sentado. ¿Por qué nos pasa esto?.
Muchos pacientes llegan a mi consulta y me cuentan: “Lo llevo fenomenal, he desayunado un café con leche con mis tostadas con jamón, a media mañana un té con una pieza de fruta; al mediodía, para comer, una ensalada con algo a la plancha y una pieza de fruta. Pero cuando he llegado por la tarde a casa ya no he podido resistirme, y he picoteado patatas fritas y fuet hasta la hora de la cena, cuando ya me he desbordado y, en lugar de un trozo de pescado, he tomado dos, me he puesto ciego de pan y la fruta me ha sabido a poco, y he tenido que tomarme un yogurt. Pero es que además he visto las pastas de mi hijo, y me he “trincado” una tableta de chocolate…”
Esto, que parece tan divertido, o tan caótico, es más habitual de lo que nos creemos, ya que le pasa a mucha gente. Y que sepáis que no tiene nada que ver con la fuerza de voluntad: un estudio reciente señala que, durante la tarde, las hormonas de la saciedad están en su hora más baja y a su vez, las del hambre se vienen arriba.
Sí es cierto que este estudio no ha podido asegurar que los “atracones” que muchas personas se dan por la tarde o por la noche, no estén provocados por las malas costumbres en el tipo de alimentación que llevamos durante toda nuestra vida, porque las personas con sobrepeso que son las que más lo hacen, y siempre son más sensibles a las alteraciones de las hormonas.
La verdad es que, sea por lo que sea, parece claro que se tienen que evitar. Comer pasada cierta hora hace que la báscula vaya subiendo en lugar de bajar. Así que, ya lo sabéis, si conseguimos controlar los picoteos de la tarde y las cenas copiosas, tendremos mucho ganado, sobre todo respecto a nuestro peso.
Oct
18