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Abr 24

Comer sano, ¿te crea una obsesión?

A esto se le llama Ortorexia, no está reconocida como enfermedad, pero sin embargo es un trastorno del comportamiento alimenticio que puede dar lugar a un verdadero problema.

¿Cómo es posible que comer sano sea una fuente de problemas y pueda terminar siendo todo lo contrario?

Cuando esta fijación se vuelve excesiva y la única preocupación del día es la de preparar comida “pura”, ¡atención!: empieza a no ser normal.

El Dr. Steven Bratman fue el primero en hablar de este trastorno, ortorexia. Se caracteriza por la obsesión patológica de comer de manera sana, lo que hace que la persona evite el consumo de un montón de alimentos que son saludables, pero que no los considera como tales.

Suelen excluir todos aquellos alimentos que hayan sido tratados con pesticidas, herbicidas, productos químicos, y más.

Así pues, a los ortoréxicos los podemos incluir con los anoréxicos y los bulímicos, ya que comparten una conducta perjudicial para su salud. La diferencia es que unos se niegan a comer para perder peso (anorexia), otros comen en exceso para purgarse después (bulimia) y los ortoréxicos se obsesionan, no con las cantidades, sino con la dieta sana para conseguir una buena salud. Tienen miedo a los efectos que les pueda ocasionar en su organismo el medio ambiente.

Afecta principalmente a adultos, mujeres y deportistas, que son el grupo de mayor riesgo. Suelen ser personas muy minuciosas, atentas y organizadas, cuyo único afán es cuidar su salud, curarse de una enfermedad o mantenerse delgados (pues creen que la delgadez es buena salud).

Se fijan sus propias reglas alimentarias con sus propias restricciones (grasas, azúcares, sal, productos químicos) y rechazan todos aquellos productos que puedan ser considerados “contaminantes” para su cuerpo. Esto los lleva a ser grandes consumidores de productos bio y, en algunos casos, vegetarianos o veganos.

Si por alguna razón se saltan el régimen y sus reglas alimentarias, eso les causa un fuerte sentimiento de culpabilidad, lo que les llevará a tener que purificar su organismo con dietas rigurosas, privación de alimentos y desintoxicación.

Su vida social termina por desaparecer, ya que una cena con amigos es prácticamente imposible. Este aislamiento es la consecuencia más importante de esta obsesión por la comida.

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