Las cantidades de cada alimento, el reparto de las comidas o el tamaño de las raciones son aspectos a tener en cuenta para una buena salud. Aunque la sociedad conoce los buenos hábitos alimentarios, lo cierto es que no los acaba de interiorizar. Además, el ritmo acelerado de la sociedad actual provoca que hábitos como comer a las horas adecuadas o hacerlo siguiendo las cantidades adecuadas no siempre se cumplan.
Las necesidades nutricionales y las circunstancias cambian a lo largo de la vida, por lo que no podemos alimentarnos de la misma forma a lo largo de los años. Adaptarse a cada etapa vital también es importante para llevar una dieta sana.
En realidad, más que comer en exceso, comemos mal. Muchas veces tiramos de lo primero que tenemos a mano, que generalmente son productos con exceso de grasas y sal. Consumimos demasiadas grasas, y pocas frutas, verduras y legumbres.
Otro error es que nos pasamos con el azúcar: la bollería, los refrescos y los zumos, si los consumimos, deberíamos reservarlos para ocasiones especiales.
La cruda realidad es que desayunamos poco o no desayunamos, comemos mal y, cuando llegamos a casa por la tarde, picamos todo lo que pillamos: generalmente, alimentos ricos en azúcares y grasas, con un bajo aporte nutritivo.
Un método sencillo para calcular bien nuestras raciones es tomar como referencia el tamaño de nuestra mano. Por ejemplo, en el caso de los hidratos de carbono, sería una cantidad equivalente al tamaño de dos puños. En las frutas, sería la medida de un puño. En las proteínas el tamaño sería el que representa la palma de la mano y el grosor del dedo meñique. Y, en las verduras, sin restricción, tanta como quepa en nuestras dos manos juntas.
Los cinco dedos de nuestra mano nos recuerdan el número de raciones de frutas y verduras que hay que ingerir cada día, que son cinco.
Debemos tener en cuenta que, en términos nutricionales, no hay necesidades diferentes entre sexos. Aunque los hombres, al tener una mayor masa muscular, sí pueden necesitar más calorías, pero ello no requiere un aporte extra de proteínas u otros nutrientes. En cambio, las mujeres pueden necesitar aportes más altos de calcio, especialmente en determinadas etapas de la vida como el embarazo y la lactancia, así como ácido fólico. Y también hierro, en el caso de las mujeres en edad fértil, por las pérdidas que se ocasionan durante la menstruación.
En cuanto a la alimentación, los estudios poblacionales muestran que las mujeres comemos más frutas y verduras a la vez que menos carne y alcohol que los hombres. Nos preocupamos más por nuestro peso y por nuestro cuerpo.
También somos más sensibles al concepto de lo sano, lo cual está intrínsecamente relacionado a que aún hoy seamos nosotras las que mayoritariamente nos ocupamos de la alimentación y de la salud de la familia, escogiendo alimentos más saludables.
Jul
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