Estaréis todos de acuerdo que no hay nada tan apetecible en invierno, y en un día de frío, como entrar en casa y notar el olorcito que desprende un buen caldo casero cociendo a fuego lento.
Tengo que reconocer que yo soy de platos “de cuchara”, y que me encantan las sopas. Creo que os lo he dicho ya en varias ocasiones, que para mí y para mucha gente un plato de sopa caliente resulta “reconfortante”.
Pero, ¿qué beneficios nos aporta la sopa en nuestra alimentación? Os los voy a enumerar brevemente:
1. Es nutritiva, y si le incluimos verduras, será de doble filo (agua más verdura), una combinación ideal. Además, nos aportará las vitaminas y los minerales de las diferentes verduras, junto con la fibra y los antioxidantes.
2. Nos da sensación de saciedad, con lo que nos puede ayudar a controlar los picos de ansiedad.
3. Tiene pocas calorías, aunque por supuesto siempre dependerá de la receta, pero si la sopa es tipo juliana, será ligera y rica, y no necesariamente le tenemos siempre que añadir pasta. Si además la tomamos en la cena, optaremos por una solución inteligente y saludable.
4. Es práctica, porque no suele ser un plato difícil de preparar y resulta muy cómodo tener un buen caldo hecho con anterioridad.
5. Es un plato versátil, ya que hay cantidad de recetas diferentes y sencillas de cocinar.
Eso sí, los caldos, mejor siempre hechos en casa. Hay que ser conscientes de que los envasados que encontramos en los supermercados nos pueden servir para una emergencia. Pero para nuestro día a día no son demasiado sanos, ya que contienen un exceso de sal importante, por no hablar de otras sustancias añadidas no demasiado saludables. Por no hablar del precio, ya que si valoramos lo que nos cuestan los ingredientes para hacer un caldo casero y la cantidad que obtenemos, nos daremos cuenta de lo carísimo que nos cuesta un litro envasado.
¡Y no me sirve la excusa del tiempo! El caldo se hace solo, a fuego lento.
Para mí, la sopa tiene algo especial, me produce una sensación de bienestar desde la primera cucharada.
